El alto precio del gas natural y la electricidad en nuestro país nos ha convertido en buscadores de maneras de poder reducir el consumo y las facturas de energía, y que sean gratuitas o no cuesten mucho. En este sentido, pocas veces pensamos en realizar algún tipo de reforma para mejorar la eficiencia energética de la vivienda. Es cierto que las reformas de las que vamos a hablar llevan asociado un coste, mayor o menor. Sin embargo, este tipo de reformas cuyo objetivo es la reducción del consumo y el aumento de la eficiencia energética son rentables a medio plazo.
Mejorar la eficiencia energética de tu hogar con las reformas completas de viviendas específicas de las que vamos a hablar puede aumentar el valor de su hogar hasta en un 20%. Por ejemplo, para una casa con una calificación energética de G (la más baja), actualizarla a dos niveles hasta la letra E reduciría los costos de energía en aproximadamente un 40 %. Si actualiza a la clase A, los costos de energía se reducirán entre un 60% y un 80%.
Enumeramos a continuación algunas de esas ideas que pueden hacer que consigas reducir de forma óptima tu factura de luz y gas en los próximos meses:
Cambio de la carpintería por una más estanca
Las ventanas menos estancas (hierro, madera, PVC, etc.) representan el 25% de la pérdida de calor o el frío del hogar. Un aislamiento insuficiente se refleja finalmente en la factura del consumo de energía, ya sea eléctrica o de gas.
Por ello, es recomendable sustituir la antigua carpintería por una con rotura de puente térmico. Según las mediciones, se trata de una inversión que ronda los 900 EUR/ventana.
Renovar el vidrio de las ventanas
Elige un acristalamiento con cámaras de aire y en función de la orientación de la vivienda (bajas emisiones, con control solar…) con unas características específicas, lo cual puede ahorrar significativamente energía y, por tanto, reducir tu factura. Este tipo de inversión puede valer alrededor de 300 EUR/ventana, dependiendo del tamaño y características.
Mejorar el aislamiento térmico
Un buen aislamiento térmico en tu vivienda supone que la temperatura interior se mantenga más estable, por lo que se necesita un menor funcionamiento de los sistemas de climatización y, por ende, un menor consumo energético.
Hay muchas opciones además de restaurar las ventanas. Por ejemplo, instalar paneles de fibra mineral o fibra de vidrio en el techo, hacer un falso techo con aislamiento, o apostar por pintura térmica en el exterior o incluso en el interior de la casa. Es un recubrimiento especial con propiedades de polarización térmica.
Sustitución de bañera por ducha
Se trata de una reforma sencilla que se puede traducir en un ahorro de agua muy importante. En promedio, una bañera llena puede consumir 200 litros de agua. En cambio, la ducha con un grifo con limitador tarda unos 5 minutos, lo que equivale a unos 60 litros. Sólo el 30% del agua que consumimos al llenar la bañera.
Pero no sólo ahorramos en agua, sino también en energía para calentar dicha cantidad de agua.
Instalar un termostato que regule la temperatura
La climatización de una vivienda representa el 50% del consumo total de energía del hogar y casi el 70% en invierno. Para reducirlo, una buena opción es instalar un termostato, que le permite controlar la temperatura de su sistema de calefacción y refrigeración habitación por habitación. Si apuestas por un dispositivo digital inteligente con Wi-Fi, además de poder programar la temperatura, también podrás controlarla a través de una app en tu teléfono, incluso cuando no estés en casa.
Invertir en una caldera por condensación
Si tienes una caldera antigua, actualiza e instala una caldera de condensación. Es capaz de aprovechar la mayor parte del calor perdido en forma de vapor de agua en los humos de combustión, lo que representa una propiedad adicional que puede reducir el consumo de gas hasta en un 30% según el tipo de instalación y uso. La inversión para esta reforma es de entre 1.500 y 2.500 euros, según el modelo de caldera.
Apostar por la iluminación inteligente
La automatización de la iluminación no solo nos hará la vida más cómoda y fácil, sino que también ayudará a reducir el consumo de energía. La clave está en programar la iluminación para que se encienda y apague, ajustándola a la luz del sol que entra por las ventanas de la habitación. También son muy útiles los reguladores de intensidad, que permiten regular las luces según actividades concretas, así como los detectores de presencia en pasillos o escaleras.